En mi última entrada comentaba las oportunidades que ofrecen
las redes sociales a la hora de conocer mejor a los aspirantes a un puesto de trabajo.
Sin embargo, que exista una mayor fiabilidad en la red no quiere decir que todo
lo que se publique sea cierto, ni mucho menos que todo deba ser tenido en
cuenta.
Todos, en mayor o menor medida, intentamos mostrar lo mejor
de nosotros mismos en la red, ¿o acaso elegirías una foto de perfil en la que
no salieras favorecid@? Lo mismo ocurre con las habilidades de las que un
candidato presume o con los conocimientos que dice poseer. El reto para los
reclutadores está en saber diferenciar
cuándo se está mostrando o potenciando una capacidad real y cuándo se está
exagerando para aparentar algo que no somos.
Además, es necesario discriminar
qué información puede ayudar a predecir el futuro desempeño del candidato. El
riesgo del reclutamiento y selección 2.0 es que la abundancia de información
ponga en peligro la objetividad de la toma de decisiones y se realice una
selección inadecuada.
Por ejemplo, en una entrevista personal ningún entrevistador
preguntaría (o no debiera preguntar) sobre preferencias políticas, religión o
si su mayor hobbie es salir de fiesta. Pero esta información sí se puede
obtener sin mucha dificultad en las redes sociales.
Imagina que una persona aparece en su foto de perfil con una
copa de vino, ¿debería ser rechazada por su afición al alcohol? Quizá
simplemente estaba de celebración ese día. Y ¿qué ocurriría con una persona que
apareciese en su foto de perfil con el velo islámico?
Quizá parezca obvio que estos factores no deberían marcar la
diferencia, pero en ocasiones, incluso
inconscientemente, pueden inclinar la balanza hacia un lado o hacia otro.
El correcto manejo de la información y, por tanto, el éxito
del reclutamiento y selección 2.0 pasa por: verificar la información que se obtiene en la red, seleccionar sólo aquello
que ayude a predecir el desempeño (experiencia profesional, habilidades
demostradas, valores que encajen con la cultura, etc.) y mantener la objetividad de la toma de decisiones, sin dejarse
llevar por prejuicios o estereotipos.
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